En una ladera que baja de Peñasagra junto a un pequeño arroyo nos encontramos esta fuente de puras aguas cristalinas.
Este manantial ha saciado la sed, generacion tras generación, de gentes que han transcurrido por este lugar ya fueran labradores de los invernales que hay a su lado o meros paseantes o diferentes oficios relacionados con la montaña.
Yo mantengo un recuerdo muy emotivo de este venero de agua clara y la braña que hay sobre él. Donde entre la sombra y el frescor de los avellanos comía junto a mi familia y la cómoda hoguera donde se asaba la carne.
Es un lugar en el que brotan sensaciones y vibraciones de libertad, de placer , de serenidad y algo indescriptible que solo se siente.
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