En el oeste de la sierra de Peñasagra de mediados del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX (1850-1922) la actividad minera perforaba las rocas de esta peña.
La explotación del mineral fue concedida a Don Agustín Mazarrasa.
A estas minas las abarcaban por el lado sur el valle de Liébana y por su parte norte el de Peñarrubia.
El producto principal era la blenda (esfalerita, sulfuro de zinc)
La situación topográfica de alta montaña, escarpada y abrupta, dificultaba los trabajos de extracción, incluso paralizándose en época invernal pues enclavadas en una cota de 1900 metros sobre el nivel del mar las nevadas con metros de carga de nieve eran y sigues siendo habituales.
El trabajo se realizaba a mano y para la carga se utilizaban mulas y asnos.
Debido a lo inhóspito del lugar, muchos de los mineros pernoctaban en el lugar en pequeñas cabañas que fabricaban con piedras y madera del lugar.
La mano de obra suponía cerca de un centenar de trabajadores de los pueblos aledaños.
En la actualidad podemos obserbar los vestigios de esta actividad del pasado tales como las oscuras bocaminas, los cimientos de antiguos barracones, escombreras dedonde separaban la piedra del mineral hasta un gra pozo en medio del collado de Pasaneo.
Nos queda el emblemático camino o caminos de arceón por los que darse un paseo es un placer acompañado de sensaciones de naturaleza viva.
Todo este complejo está enmarcado por un paisaje Karstico en donde la bruma se envuelve deslizándose como bufanda entre los bosques de tejos intrincados en los resquicios de las apuntadas rocas, donde los campanos resuenan en las cañadas, y el respirar fresco y húmedo acompañan místicas sensaciones.
Las vistas de Peñaventosa, el valle del Deva hasta el puerto las Llaves, apuntillan una estampa que ya engrandecen los Picos de Europa enfrentandose en la cercanía.
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